casa para pensar, vivir y morir
25.3.10
mucha gente que no conoce la arquitectura tiende a decir, huyy una casa blanca (se me va ensuciar bien rapido) huy pura caja de zapatos! ..... tienen zapatos, la arquitectura para el salvador (la que debe haber) generalmente porque es para gente con posibilidades y no esta al alcance de todos, es ahí donde entra un dilema para un arquitecto al cual no me voy a meter, como lograr hacer una vivienda o un lenguaje plástico que sea adaptado a nuestro ambiente pero bello.... tampoco se trata de hacer una casa de adobe y techo de paja pero ese es un tema q abordaré otro día... mientras tanto les presento:
les dejo las palabras originales de alberto campos baeza, el creador:
Situación: Avda. Ilustración, Urbanización Montecanal, Zaragoza, España
Arquitecto: Alberto Campo Baeza
Arquitectos colaboradores: Ignacio Aguirre López, Emilio Delgado Martos
Fecha de proyecto: 2006
Fecha de construcción: 2008
Superficie: 216 m2
Estructura: María Concepción Pérez Gutiérrez
Aparejador: José Miguel Moya
Constructor: Construcciones Moya Valero – Rafael Moya, Ramón Moya
Estructura: Coral Tarabidau d´Aragon – Ricardo Aranda
Fotografía: Javier Callejas
Levantar una casa para un poeta. Hacer una casa para soñar, vivir, morir. Para leer, escribir, pensar.
Levantamos unos altos muros para conseguir una caja abierta al cielo, como un jardín desnudo, metafísico, con suelo y paredes de hormigón. Para crear un mundo interior. Excavamos en el suelo para plantar árboles frondosos.
Y flotando en el centro, una caja llena de la luz traslúcida del norte. Establecemos así tres niveles. El más alto para soñar. El del jardín para vivir. El más profundo para dormir.
Para soñar en lo más alto creamos como una nube. Una biblioteca construida con altas paredes de luz difusa a través de grandes vidrios traslúcidos. Con luz de norte para leer y escribir, para pensar y sentir.
Para vivir, el jardín con una luz del sur, del Sol. Una estancia que es todo jardín, con paredes transparentes que ponen en continuidad el dentro y el fuera.
Y para dormir ¿morir? Lo más hondo. Los dormitorios, abajo, como en una cueva.
Una vez más la cueva y la cabaña.
Soñar, vivir, morir. La casa del poeta.